Hallazgo de petróleo: qué países tienen reclamos territoriales en la Antártida y qué derechos tienen
La Argentina y otros seis países reclaman soberanía sobre el continente helado, pero el Tratado Antártico de 1959 no establece diferencias de derechos entre los 29 países considerados “partes consultivas”
LONDRES.- El hallazgo de un gigantesco yacimiento de petróleo bajo el suelo de la Antártida, despertó interrogantes sobre cuáles serían los derechos de Rusia, como descubridor, y de otros países presentes en el continente helado para explotar eventualmente en algún momento ese valioso recurso.
El cuarto continente del mundo en superficie -después de Asia, América y África- es efectivamente uno de los lugares más anhelados del planeta. Y desde 1961 es administrado por un acuerdo internacional, el Tratado Antártico, que fue firmado el 1° de diciembre de 1959 originalmente por los siete países con pretensiones soberanas (Argentina, Chile, Reino Unido, Noruega, Australia, Nueva Zelanda y Francia) más otros cinco: Bélgica, Estados Unidos (donde se firmó el acuerdo), Japón, Sudáfrica y Rusia.
Entre los países con aspiraciones de soberanía, cuatro son naciones lindantes (Argentina, Chile, Australia y Nueva Zelanda) y tres tienen motivos históricos (Gran Bretaña, Noruega y Francia).
La Argentina, por su parte, tiene motivos geográficos y también históricos ya que fue el primer país en instalar una base permanente en la región y declarar su soberanía allí en 1904. La Base Orcadas es hoy la estación científica antártica más antigua todavía en funcionamiento. La Argentina considera la región como una extensión de su provincia más austral, Tierra del Fuego, al igual que las islas Malvinas, Georgias del Sur y Sándwich del Sur.
Chile, sumó su propio reclamo años más tarde, en 1940, también sobre la base de que era una extensión natural de su territorio. La Antártica Chilena -como se la conoce allí- forma parte de la Región de Magallanes, la más austral de las 16 regiones en que se divide el país, y se superpone en partes con los terrenos antárticos exigidos por Argentina y Reino Unido.
Las otras demandas de soberanía se basan en las conquistas realizadas por famosos exploradores antárticos a comienzos del siglo XX.
El reclamo de Noruega se funda en las exploraciones de Roald Amundsen, el primero que alcanzó el Polo Sur geográfico, en 1911.
Y las pretensiones de Nueva Zelanda y Australia se basan en las gestas antárticas de James Clark Ross, quien izó la bandera del Imperio británico en territorios que fueron puestos bajo la administración de esos dos países por la Corona británica, en 1923 y 1926, respectivamente.
En tanto, Francia también reclama una pequeña porción de suelo antártico que fue descubierta en 1840 por el comandante Jules Dumont D’Urville, quien lo bautizó Tierra Adelia, en honor a su esposa.
Más allá de estos reclamos, un total de 29 países son considerados “partes consultivas”, con derecho a voz y voto (sin diferencias entre los que tienen reclamos soberanos y los que no), y un total de 35 países, incluyendo a Rusia, Alemania, Brasil, China, Estados Unidos e India, tienen bases permanentes en el continente blanco.
Sin embargo, el lugar no pertenece a nadie. Y de hecho el tratado no reconoce privilegios ni diferencias entre los países firmantes que reclaman soberanía y aquellos que no, según establece su artículo IV.
“Ningún acto o actividad que se lleve a cabo mientras el presente tratado se halle en vigencia constituirá fundamento para hacer valer, apoyar o negar un reclamo de soberanía territorial en la Antártida, ni para crear derechos de soberanía en esta región. No se harán nuevos reclamos de soberanía territorial en la Antártida, ni se ampliarán los reclamos anteriores, mientras el presente tratado se halle en vigencia”, señala.
El tratado, firmado en el contexto de la Guerra Fría, buscó evitar una escalada militar, afirmando que “es en interés de toda la humanidad que la Antártida continúe utilizándose siempre exclusivamente para fines pacíficos y que no llegue a ser escenario u objeto de discordia internacional”.
El pacto congeló los reclamos territoriales existentes y estableció que la Antártida se convierta en una reserva científica internacional.
Desde entonces, otras 42 naciones se han sumado al Tratado, aunque solo 29 -aquellas que realizan “actividades de investigación sustanciales”- tienen poder de voto y pueden tomar decisiones sobre el presente y futuro de la Antártida.
Agencia AFP y BBC News