Hallazgo sin precedente: Huachen, el perro del siglo XVII que fue utilizado como animal de carga en la Patagonia

Se trata del primer caso arqueológico de este tipo para América del Sur; lo descubrieron en Chubut investigadores del Conicet

Nacionales 13/06/2024
Hallazgo sin precedente: Huachen, el perro del siglo XVII que fue utilizado como animal de carga en la Patagonia
Hallazgo sin precedente: Huachen, el perro del siglo XVII que fue utilizado como animal de carga en la Patagonia

SAN CARLOS DE BARILOCHE.– Al sureste del lago Colhué Huapi, en la provincia de Chubut, investigadores del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) encontraron los restos de un perro utilizado como animal de carga: se trata del primer caso arqueológico de este tipo para América del Sur.

El hallazgo se produjo durante una campaña de excavación arqueológica realizada cerca de la localidad de Sarmiento, unos 150 kilómetros al oeste de Comodoro Rivadavia. Los expertos descubrieron el esqueleto de un cánido macho de entre 2 y 3 años de edad, con evidencia de haber sido utilizado para el transporte de carga por las poblaciones cazadoras-recolectoras que habitaban la región.

“Los huesos se encontraban en buen estado de conservación. Tres meses antes habíamos estado en el mismo lugar y estaban tapados. Inmediatamente hicimos el rescate de los restos, en realidad sin mucha idea, porque también podían ser perros modernos. Pero como la cuestión del perro en la Patagonia es bastante discutida, decidimos hacer una datación que nos permitió saber que este perro había vivido en el siglo XVII”, contó Eduardo Moreno, investigador del Conicet en el Instituto de Diversidad y Evolución Austral (Ideaus, Conicet) y líder del proyecto “Arqueología de cazadores-recolectores en el bajo de Sarmiento”.

Los arqueólogos analizaron diversas osteopatologías presentes en las vértebras torácicas y lumbares y en el sacro del animal, y establecieron que esas modificaciones son el resultado del estrés físico provocado por la carga de peso sobre la columna vertebral

Los arqueólogos analizaron diversas osteopatologías presentes en las vértebras torácicas y lumbares y en el sacro del animal, y establecieron que esas modificaciones son el resultado del estrés físico provocado por la carga de peso sobre la columna vertebral del perro.

“Una ventaja es que teníamos una gran cantidad de restos del esqueleto, entonces pudimos hacer un análisis osteológico, osteopatológico y tafonómico en profundidad. A partir de estos análisis, determinamos que se trataba de un perro macho de 19 kilos aproximadamente, de contextura mediana, que tenía entre 2 y 3 años al momento de su muerte. Al realizar el análisis osteológico notamos que parte de las vértebras dorsales, todas las lumbares y el sacro tenían modificaciones o deformaciones de la apófisis espinosa y el sacro tenía la cresta deformada”, agregó la investigadora Heidi Hammond.

A la vez, se recuperó material genético del animal que permitirá discutir y conocer acerca de los perros que ingresaron en América del Sur en el pasado y aportar a la historia poblacional genética de Canis familiaris a nivel global. Tal como advierten los expertos, la posibilidad de hacer estudios genómicos de este cánido permitirá realizar importantes inferencias sobre su origen y relación con otras especies actuales y extintas, así como analizar procesos evolutivos que dieron origen a la diversidad de cánidos domésticos actuales en el continente.

El hallazgo se produjo durante una campaña de excavación arqueológica cerca de la localidad de Sarmiento, unos 150 kilómetros al oeste de Comodoro Rivadavia

“Profundas implicancias”

“El hallazgo de este perro tiene profundas implicancias en el entendimiento de los grupos cazadores recolectores que habitaron la Patagonia en el pasado. Estas sociedades tenían una alta movilidad y durante milenios trasladaron todos sus bienes a pie, por lo tanto, este estudio demuestra que los perros ayudaron en el transporte de objetos y bienes a estas poblaciones locales”, explicó Leandro Zilio, investigador del Conicet y autor principal del trabajo.

Una vez identificadas las modificaciones en la columna vertebral del perro, que fue nombrado Huachen, los científicos comenzaron a descartar las posibles causas que podrían haber generado estas deformaciones a través de distintos estudios con imágenes de tomografías computadas y radiografías. Además, analizaron el proceso de formación del sitio junto con geólogos para identificar si esas modificaciones podrían haber ocurrido una vez que el perro estaba muerto o si tuvieron lugar durante la vida del animal.

Luego, concluyeron que el perro vivió junto a un grupo de cazadores-recolectores en la Patagonia central y se utilizó para el transporte de objetos en los viajes o recorridos que realizaban regularmente estas poblaciones.

Los expertos descubrieron el esqueleto de un cánido macho de entre 2 y 3 años de edad; los huesos se encontraban en buen estado de conservación

“El estudio de Huachen nos permite reconocer el estrecho vínculo que existió entre las poblaciones cazadoras-recolectoras y los perros. Al igual que todos los integrantes del grupo humano, durante sus viajes y búsquedas de recursos los perros debieron trasladar objetos”, agregó Zilio.

El hallazgo también representa el primer registro sudamericano de este tipo. Dado que la presencia de perros en sitios arqueológicos de la Patagonia es escasa, los investigadores subrayaron que Huachen permite profundizar los conocimientos acerca de la presencia de estos animales en la región.

La investigación fue volcada en un artículo publicado en la revista Journal of Archaeological Science: Reports. El documento destaca la complejidad y diversidad de relaciones que existieron entre humanos y animales en el pasado, el vínculo especial entre las personas con el perro como animal doméstico y la importancia de este animal entre los grupos de cazadores-recolectores con alta movilidad en la Patagonia central.

De la investigación también participaron Santiago Peralta González y María Laura Parolin, integrantes del Ideaus, junto a Alejandro Montes, del Centro Austral de Investigaciones Científicas; y Silvina Mariela Ocampo, de la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco.