La sugestiva foto del último G7: casi todos líderes que ya no están o a punto de irse y Meloni como única excepción
A excepción de la primera ministra, Giorgia Meloni, la mayoría de los mandatarios están fuera del poder o enfrentaron graves crisis que hicieron temblar sus gobiernos
NUEVA YORK.-Bajo presión de críticos y aliados, el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, anunció ayer su renuncia tanto como líder del partido liberal como cabeza del gobierno que conduce desde 2013, apenas cuatro días después de haber asumido la presidencia del G7, el foro de las siete economías más avanzadas del mundo. Pero en un momento de inestabilidad política mundial, el líder canadiense no es el único mandatario de este selecto grupo que enfrenta una crisis.
Una imagen de la última reunión en Apulia de los jefes de Estado de las democracias occidentales ricas, integrado por Estados Unidos, Gran Bretaña, Canadá, Francia, Alemania, Italia y Japón, evidencia las debilidades que enfrentaron en el último año los líderes de las principales economías, que hicieron tambalear sus gobiernos o culminaron en el fin de sus mandatos. De los siete líderes, cinco renunciaron o están próximos a abandonar el cargo.
La única que no sufrió grandes reveses fue la entonces anfitriona, la primera ministra de Italia, Giorgia Meloni, quien cerró el 2024 con una aprobación de 42 puntos, según Ipsos, lo que marcó una pérdida de dos puntos en el año.
Estados Unidos
La oleada de entrevistas, mítines, reuniones desafiantes con sus aliados más cercanos y paradas de campaña improvisadas destinadas a refutar la premisa de que era demasiado viejo y frágil para ganar un segundo mandato, en particular después de su apática actuación en el debate presidencial del 27 de junio, no le bastaron al presidente estadounidense Joe Biden para salvar su presidencia. Golpeado por sus propios errores y asfixiado por los constantes llamados de sus amigos y aliados para que se hiciera a un lado, el demócrata no tuvo más opción que renunciar a la idea de la reelección y conformarse con cuatro años de gobierno.
Pero los traspiés cometidos durante su presidencia y la percepción negativa de la economía de la mayoría de los estadounidenses hicieron que tampoco le alcanzara a su sucesora en la carrera presidencial, la vicepresidenta Kamala Harris. Así el gobierno de Biden culmina con el peor panorama para los demócratas: Donald Trump volverá a la Casa Blanca el próximo 20 de enero con mayoría republicana en ambas cámaras. El legado del demócrata, a pesar de sus aciertos, sin dudas quedará marcado por un factor que casi ningún otro presidente experimentó antes que es ser reemplazado por la persona a la que él reemplazó.
Japón
El japonés Fumio Kishida dejó de ser primer ministro en octubre de 2024 en manos de su sucesor Shigeru Ishiba después de que en una sorpresiva decisión anunciara que no se presentaría a la relección para el liderazgo del Partido Liberal Democrático. Los índices de popularidad de Kishida fueron precarios durante la mayor parte de su mandato de tres años debido a escándalos de corrupción que finalmente lo llevaron a retirarse.
En Japón, Kishida era visto como un líder sin visión que pactó con poderosos nacionalistas conservadores dentro del partido gobernante para mantenerse en el poder. Además, decenas de legisladores de su bloque fueron acusados de recaudar fondos con sobornos falsificando informes contables obligatorios, violando la Ley de Control de Fondos Políticos.
Aún así, logró ganarse el respeto fuera de Japón, especialmente de Estados Unidos, por impulsar cambios audaces en las políticas de defensa y seguridad japonesas y por adoptar una postura más firme frente a Rusia y China.
Gran Bretaña
Rishi Sunak debió abandonar el 10 de Downing Street en julio pasado después de una histórica derrota electoral frente al laborista Keir Starmer que dejó al Partido Conservador en crisis, con un número récord de ministros del gabinete perdiendo sus escaños.
El resultado dio al Partido Laborista una mayoría de 402 escaños frente a 121 de los conservadores, y puso fin a 14 años de un gobierno cada vez más tumultuoso liderado por los conservadores.
Los votantes los castigaron por una crisis del costo de vida y años de inestabilidad y luchas internas que han visto a cinco primeros ministros diferentes desde la votación del Brexit de 2016.
Francia
Emmanuel Macron sigue en el cargo, pero quedó inmerso en una encrucijada política tras una serie de maniobras controvertidas: un adelanto electoral fallido, la rotación de cuatro primeros ministros en solo un año, reveses en acuerdos comerciales -como el incierto principio con Mercosur- y la persistencia de altos niveles de déficit y deuda.
Estas crisis se suman a la falta de una mayoría estable en el Parlamento y a una creciente fragmentación política que agrava la situación. El mes pasado, legisladores de la oposición unieron esfuerzos para destituir a su primer ministro, Michel Barnier, apenas tres meses después de asumir el cargo. Para intentar salvar la situación, Macron nombró al veterano François Bayrou como nuevo primer ministro, en un intento por aglutinar una mayoría parlamentaria y restablecer la confianza. Sin embargo, la inflación y las crecientes protestas mantienen la tensión social y la crisis económica. Su mandato, que se espera termine en 2027, enfrenta estos desafíos y sus próximas decisiones serán clave para estabilizar la relación con la oposición y evitar mayores fracturas en la política francesa.
Canadá
Trudeau anunció el lunes su renuncia tras nueve años en el poder. Inicialmente elogiado por su agenda progresista, su imagen decayó drásticamente tras la pandemia, agravada por la crisis económica y la creciente desaprobación popular.
Trudeau se vio forzado a dimitir en medio de tensiones políticas internas que culminaron en una irreparable pérdida de confianza. Su renuncia deja un importante vacío en la política canadiense y genera incertidumbre sobre quién lo sucederá.
Alemania
En Alemania, el liderazgo del canciller Olaf Scholz tiene fecha de vencimiento en medio de una profunda crisis política. Menos de un mes tras el colapso de su coalición, el Bundestag rechazó su confianza con 394 votos en su contra, abriendo la puerta a elecciones anticipadas previstas para febrero de 2025.
Scholz, asediado por tensiones internas y una crisis industrial, ha defendido la urgente necesidad de invertir en seguridad y en el futuro económico del país. Mientras la economía se enfrenta a una posible segunda recesión y las encuestas señalan un claro avance del líder conservador Friedrich Merz, el futuro de la dirección política de Alemania pende de un hilo y la inestabilidad persiste en un contexto en el que la respuesta de los electores será decisiva.