“Pequeña Galápagos”: la nueva área protegida con 60 islas e islotes en Chubut a la que cada año llegan asombrosos animales

El Parque Provincial Patagonia Azul abarca alrededor de 200 kilómetros de costa y 295.135 hectáreas; es una de las zonas más biodiversas del Mar Argentino

Nacionales 05/05/2025
“Pequeña Galápagos”: la nueva área protegida con 60 islas e islotes en Chubut a la que cada año llegan asombrosos animales
“Pequeña Galápagos”: la nueva área protegida con 60 islas e islotes en Chubut a la que cada año llegan asombrosos animales

COMODORO RIVADAVIA.– Existe en el sur de la Argentina un sitio en el que confluyen 60 islas e islotes, frente a playas que visitan cada año cuatro diferentes especies de ballenas, orcas, delfines, al menos 50 tipos de aves marinas, pingüinos de Magallanes y lobos marinos de uno y dos pelos. Esta “pequeña Galápagos” situada en Chubut abarca alrededor de 200 kilómetros de costa, un total de 295.135 hectáreas –el equivalente al parque nacional Yosemite, en Estados Unidos– e integra, a partir de la aprobación la semana pasada en la Legislatura de esta provincia, el Parque Provincial Patagonia Azul.

La iniciativa, alentada por el trabajo de los equipos de investigación de la Fundación Patagonia Rewilding, encontró eco favorable para la preservación de las especies que habitan estas latitudes. Cada año, en diferentes estaciones, llegan cuatro tipos diferentes de ballenas: jorobadas, sei, minke y austral.

El nuevo Parque Provincial Patagonia Azul (gentileza Rewilding)

La ballena jorobada es un gran mamífero marino que puede medir hasta 16 metros y pesar 30 toneladas. Se distribuye en todos los océanos del planeta aunque, según la disponibilidad y calidad de alimento, su presencia es más frecuente en algunos lugares como Patagonia Azul.

Aquí, “desde 2021 se han observado individuos consumiendo bogavantes y cardúmenes de anchoítas durante la primavera y el verano. Por ello, comenzamos a registrar estos eventos para observar sus técnicas de alimentación en la zona y tomar fotos particularmente de su cola, cuyo perfil rugoso y manchas generan patrones únicos que sirven para identificar cada individuo, similar a lo que ocurre con la huella digital humana. Estas imágenes fueron cargadas a una base internacional de datos y aportaron información sobre 14 individuos que nunca antes habían sido registrados”, afirmaron investigadores de la fundación.

Durante primavera y verano, se observan los ejemplares de ballena jorobada

Parte del trabajo es grabar e investigar sus extensos y complejos cantos, que utilizan para aparearse y durante su alimentación. “Identificar y monitorear cada individuo nos permite conocer más sobre la abundancia y los patrones migratorios de la especie en la zona, y luego desarrollar estrategias para ayudar a conservarla”, sostuvieron.

La ballena minke, otra de las que visitan estas remotas costas, pertenece a la familia de los rorcuales, una de las más abundantes y diversas dentro del grupo de los cetáceos. Se diferencia por sus individuos de gran tamaño con una pequeña aleta dorsal, cabeza aplanada y pliegues en la garganta y el pecho que se expanden cuando tragan agua para alimentarse del plancton, que es filtrado por sus barbas.

La minke fue intensamente cazada por flotas balleneras que capturaron miles de individuos en expediciones que persistieron hasta mediados del siglo XX. Si bien hoy la cacería es ilegal, ocurre esporádicamente. Aunque la ballena minke es una especie oceánica que migra entre la zona antártica y el sur de Brasil, a veces es avistada en las aguas costeras de Patagonia Azul, confirmaron los investigadores.

En los últimos años, sin embargo, otra especie de las que recorren la zona es la que captó la atención para futuros avistamientos: la ballena sei. Mantiene una presencia estacional a lo largo del litoral: migra por el Mar Argentino desde zonas subpolares, donde se alimenta en el verano, hacia el sur de Brasil, donde se reproduce en invierno.

En los últimos años, una especie captó la atención para futuros avistamientos: la ballena sei

Igual que la minke, la ballena sei fue intensamente cazada hasta hace algunas décadas. Se la considera en peligro de extinción dado que la población mundial disminuyó en más del 80% en las últimas tres generaciones. Los conservacionistas coinciden en que, hoy, su recuperación depende de su protección.

Sus recorridos migratorios variables y la presencia esporádica en algunos meses del año dificultan el seguimiento de la población. “Desde 2019 se registra su presencia en Patagonia Azul, principalmente durante el otoño en zonas costeras medianamente profundas, donde se las ha observado alimentándose o descansando. A partir de estos registros, se busca tener una mejor noción sobre la abundancia, comportamientos y uso de hábitat en la zona de Patagonia Azul”, explicaron los investigadores.

Se suma a la lista la especie más conocida por su presencia en Península Valdés: la ballena franca austral. Habita los océanos del Hemisferio Sur. La población del Atlántico suele migrar entre áreas de alimentación cerca de la Antártida en verano y áreas de reproducción más al norte en invierno; se concentran mayormente en la Península Valdés y llegan hasta Uruguay y Brasil. En estos viajes migratorios, Patagonia Azul es una parada habitual.

El nuevo Parque Provincial Patagonia Azul abarca un total de 295.135 hectáreas

“Cuando cuento que vi una ballena, me preguntan: ¿son las mismas que se ven en Península Valdés? Sí, esas también. En cuatro años aprendimos que la región de Patagonia Azul recibe, cada año, al menos cuatro especies de ballenas. Y lo más interesante es que sus visitas son estacionales, con lo cual son predecibles. La adaptación de una especie migratoria a un sitio es el resultado de un proceso evolutivo, transmitido por generaciones. Esto convierte a nuestra región en un área fundamental para estas especies”, relató Lucas Beltramino, un licenciado en ciencias biológicas, buzo profesional y navegante.

Beltramino, que coordina y desarrolla las tareas de Rewilding en el proyecto Patagonia Azul, agregó: “Es fácil ver la oportunidad que esto representa para el turismo de observación de fauna, pero no olvidemos su rol ecológico. Cada ballena, durante su vida, captura mucho más carbono que un árbol. También son fertilizadoras, ya que al alimentarse en una zona y luego migrar, llevan nutrientes a áreas más pobres. Sus heces se convierten en el fertilizante para el fitoplancton, la base de la cadena trófica en el mar, lo cual fomenta la presencia de zooplancton, peces, aves y mamíferos marinos”.

Oportunidad única

Ante este escenario, el Parque Provincial Patagonia Azul representa una oportunidad única para la conservación y para el desarrollo de la economía regional basada en el turismo de naturaleza. El nuevo parque costero-marino, que abarca el Parque Interjurisdiccional Marino Costero Patagonia Azul (Pimcpa), el Área Natural Protegida Cabo Dos Bahías y 200.000 hectáreas más, pone bajo protección legal una de las zonas más biodiversas del Mar Argentino.

Monitoreo de pingüinos de Magallanes en la Isla Tova

A las ballenas se suman otras especies como pingüinos de Magallanes, el petrel gigante, el cormorán imperial, lobos de uno y dos pelos, tiburones gatopardo y orcas, entre otros. Se trata, además, del primer parque provincial marino dentro de Chubut.

Patagonia Azul es más grande que el Parque Nacional Los Alerces y diez veces el tamaño de Punta Tombo, y así se afirma como el segundo destino de naturaleza más importante de toda la costa atlántica de Chubut. Tiene cuatro portales de acceso público que invitan a los visitantes a recorrer islas, bahías y playas, y vivir experiencias únicas. Forma parte del sistema de áreas naturales protegidas de la provincia y se enmarca en el trabajo en conjunto entre el gobierno de Chubut, la Administración Nacional de Parques Nacionales, organizaciones de la sociedad civil y la comunidad de Camarones que vienen trabajando en conservar y proteger la biodiversidad marina, abrir el acceso público al mar y fomentar el desarrollo económico y el trabajo local.

Crianza de cormoranes imperiales dentro de la superficie de Patagonia Azul

Rewilding Argentina sumó 18.000 hectáreas, ubicadas entre la costa del Mar Argentino y la Ruta Provincial N°1, que conformarán el futuro Portal Isla Tova, un nuevo acceso al parque y sus islas. Según está previsto, la fundación también aportará el desarrollo de áreas de acampe, una estación biológica, un puerto para embarcaciones para el monitoreo del área, acceso para los operadores turísticos y la creación del sendero costero “Huella Azul” entre las propuestas que se desarrollan para el uso público.

“La creación de esta nueva Área Natural Protegida, que ha sido diseñada para complementar las áreas protegidas provinciales e interjurisdiccionales existentes, no solo beneficia la biodiversidad local, sino que también establece a Chubut como un modelo para otras provincias costeras, destacando que el desarrollo sostenible y la protección de los ecosistemas pueden ir de la mano”, dijeron desde la fundación.